El Gobierno Regional de Arequipa esta emprendiendo un proceso de reforma educativa que tiene como propósito la mejora de la calidad educativa en la región. El gobierno nacional esta abocado en buscar los puntos más flacos del sistema educativo en el docente como supuesto causante de esta profunda crisis educativa. Estas reformas están equivocadas una vez más, destinadas a morir asfixiadas y de inacción, por haber dejado fuera del tren al docente de aula como autor y transformador principal de los cambios educativos.
Los docentes no sentimos estar identificados con los planteamientos de estas nuevas propuestas. Todas las re
formas de estos tiempos forman parte de recomendaciones internacionales o preocupaciones nacionales donde la política se subordine a la economía, lo que obliga a que las tesis de una teoría económica de libre mercado se traduzcan a estrategias y acciones educativas. De allí que es mas fácil intentar cambios en la estructura organizativa de las instancias administrativas o condicionar a los maestros, mas que construir una propuesta educativa encausada en modelos educativos propios y pertinentes que se encienda como fuego en las ideas, las mentes y corazones de los maestros y los estudiantes peruanos.
Los docentes no sentimos estar identificados con los planteamientos de estas nuevas propuestas. Todas las re

Las ideas centrales de estas reformas se sustentan y traducen el pensamiento de liberalismo económico, la modernización, reducción del gasto público, eficientismo, presupuesto por resultado, como producto de la crisis fiscal. Por todos los medios se plantea la necesidad de optimizar y gastar menos, más no en incrementar e invertir en una educación de equidad y calidad. Siendo preocupaciones de un modelo económico más que educativas.
Convertir de docente a empleado.
La llamada profesión docente constituye, sin lugar a dudas, una de las actividades mas humanas y sensibles que puede ejercer todo ciudadano en democracia, como postulaba el maestro José Antonio Encinas, no importa cuáles sean las denominaciones; maestro, profesor, mentor, enseñante o docente. De San Agustín a Tomás de Aquino, sostenieron una cosmovisión de la docencia como apostolado, proyectando una identidad profesional cercana a una tipificación de “prototipos de hombres”. Desde este, u otro discurso el docente es un profesional que se encuentra al nivel de otros profesionistas, posee un elevado conocimiento y estatus, se alberga en una orden profesional que se preocupe por el avance del corpus de conocimiento profesional, tiene mecanismos para autorizar a los que pueden ejercer la profesión y determinar los que no la pueden ejercer, produce y construye conocimiento haciendo uso del método científico, entonces ¿quien podría dudar sobre su profesionalidad?
Sin embargo, existe una fuerte tendencia de ritualizar, menoscabar y burocratizar el trabajo docente, ésta surge de la vinculación que tiene la tarea docente con los proyectos del estado, perdiendo su ejercicio liberal de la profesión, donde recibe una serie de prescripciones sobre su desempeño, el docente solo debe cumplir con el tiempo, horario, entrega del diario de clase, cumplir un programa, asentar las calificaciones, cumplir con el mandato regional y nacional de implementar las reformas , por todo ello recibe un salario convirtiéndose en un empleado, al que nunca le invitan a participar seriamente, democráticamente y participativamente de los cambios educativos. La reestructuración de la Gerencia de Educación por parte del Gobierno Regional también alienta esta segunda tendencia
Las reformas educativas sin alma y espíritu docente
Las reformas educativas como actos de gobierno, son posibilidades a través del cual el estado tiene l

En todas estas reformas esta ausente el maestro de aula. Solo fueron iniciativas tecnocráticas que se caracterizaron por un reemplazo de la concepción de educación para un estado liberal que funciona de acuerdo a las reglas del mercado, considerando de diversas formas que la educación debe incluir elementos de libre oferta y demanda. En todo este proceso a los profesores solo se nos ha capacitado para implantar la propuesta y no socializar una reforma. Sin embargo, una vez que la reforma se encuentra establecida surge una especie de desesperación en los responsables del sistema por identificar que los docentes no asumen las reformas, no se convierten en elementos pro-activos de ellas, sino por el contrario en muchas ocasiones las rechazan en su fuero íntimo. Actúan externamente como si fueran a operar a partir de ellas, pero en la realidad las ignoran, y en ocasiones las contradicen.
De hecho surgen las preguntas ¿Por qué los docentes no son actores y autores centrales en las reformas? O bien ¿Por qué tienden a rechazarlas o ignorarlas? Ciertamente que no encontramos una respuesta única. El ideario de las reformas debe suponer otra cosmovisión de la educación, donde lo

[1] Docente del Instituto Superior Pedagógico Arequipa, Presidente del CECYCAP y miembro del Núcleo Educativo Regional de Arequipa.
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